viernes, 26 de diciembre de 2008

La aldea de los dioses

La aldea de los dioses

Río porque no existen plumas de acero. Mi padre habla de un pájaro de metal. Mi padre salió a cazar a la hora que se esconde el jaguareté y me contó que, donde el río de las piedras se encuentra con el río de arena, se puede ver, del otro lado, una aldea enorme, mucho más grande que la nuestra y sobre ella vuelan pájaros de acero. Nadie se atreve a ir. Mi padre dice que es la aldea de los dioses porque las chozas son más altas que los árboles y sus botes navegan sin remos sobre el río de arena. Dice que el cielo es gris, no celeste brillante como el nuestro. Mi padre me dijo que no había visto ningún hombre del otro lado, así que por eso está seguro que es una aldea de dioses.
Yo me río cuando me cuenta lo de los pájaros. Los nuestros no brillan tanto como el sol, son de muchos colores pero no brillan.
Mi padre llegó con la noticia de la aldea de los dioses así que lo dejaron hablar primero entre los más viejos y la dieron el honor de cumplir con las ofrendas.
Madre no quiso venir porque no estaba contenta.
Ahora mi hermana se aleja en la canoa hacia la aldea de los dioses. Mi padre está serio. Estuvo así durante toda la ceremonia y no se movió de su lugar cuando los ancianos llenaron la canoa de monedas de oro y sacrificaron a mi hermana para ofrenda de los dioses.