Literatura infantil o Literatura, esa es la cuestión.
—¿Les han cortado la cabeza? —gritó la Reina.
—¡No ha quedado ni rastro, con la venia
de Su Majestad! —gritaron como respuesta los soldados.
Lewis Carrol
El título de la obra en cuestión puede recordarnos
rápidamente un relato ejemplar del maestro García Márquez, incluso también
pueden hacerlo un par de elementos importantes en el libro, como ese circo
ambulante con un ser despiadado que explota a sus empleados hasta que caen
exhaustos. Pero la relación más cercana puede darse por el lado de la
imaginación porque esta breve novela infantil, o juvenil (la catalogación la
exige quizás más el mercado que este lector), es en gran medida un desborde de
esta, sin que se vea afectado el eje de la historia. Al fin y al cabo, la
literatura infantil rara vez se escribe como tal, son los niños los que la
aceptan o rechazan, recordando y repitiendo algunos libros y olvidando otros.
No podemos olvidar que se han ido incorporando al acervo de esta literatura
(sin dejar de ser parte de la “otra”), obras que no suponían ni remotamente
este destino, podríamos citar solo a modo de ejemplo, desde el Panchatantra (India, siglo VI) hasta Los viajes de Gulliver (Jonathan Swift, 1726).
Pero volvamos al libro de Cavallo, el disparador es común,
un abuelo recrea o inventa historias para su nieto cada noche. Pero a este
suceso lo precede la historia de ese nieto que ha sido enviado al campo de sus
abuelos pues su madre está peligrosamente enferma, sin mayores aclaraciones
sobre su condición. De este modo Cavallo entronca una temática seria y
dramática, la sugerida posibilidad de una pérdida, con la simpática historia de
su abuelo y Piccato, el alado poeta jorobado, en busca de una cautiva Ludmila,
la bailarina con la pata de palo. La historia va acompañada además de
ilustraciones muy sobrias a cargo de Pantana (Sebastián Pantana), que encabezan
cada uno de los dieciocho capítulos de la nouvelle.
Valores éticos y estéticos puede exigírsele, tal vez, a la
buena literatura infantil, aunque no siempre se logre equilibrarlos. En este
sentido, es probable que el lector atento encuentre mucho más de lo segundo en
esta obra pues, en ochenta y seis páginas, el multipremiado Horacio Cavallo
(Primer premio en el Concurso Anual de Literatura del MEC, 2006, Premio
Municipal, 2007, Fondos Concursables, 2009 y 2011), parece ratificar ante todo su
condición de poeta. Aunque, como todo buen poeta puede, de vez en cuando, darse
unos lujos y este es, quizás, uno de ellos.
CAVALLO, Horacio. El
jorobado de las alas enormes. Trilce, Montevideo, 2012. (Publicado en diario El Pueblo, de Salto, jueves 8 de agosto de 2013)
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