martes, 11 de noviembre de 2008

Ruido

Hay un ruido en mi habitación que no soporto y que se va transformando poco a poco en la noche, en parte de la noche y no lo soporto. Espeso es el ruido y continuo.
El piso está helado. Apoyo los pies descalzos y recuerdo que hace unos pocos días salí de una gripe que me tenía tirado en la cama. Igual sigo tirado en la cama. Hace muchos días que estoy en la cama pero sólo porque he querido leer más de lo que mi tiempo me permitía, entonces me hice el enfermo y logré avanzar lo suficiente como para esperar terminar en pocos días con todo esto.
Una luz araña las ventanas que apenas tengo tapadas con unas hojas de diarios; imposible tarea la de hacerme cortinas. Un sonido que puede ser (seguramente lo es) el viento; quiere que yo lo nombre en esta nota y quiere que lo transforme en cosa personificada. Pero no grita, ni mucho menos canta. Es el viento, sólo eso. Para los de afuera es el frío viento. Para mí es ese que está queriendo algo en mi ventana.
Hay un ruido en mi habitación. Ruido otro. Constante. El frío del piso hace que mis pies hormigueen en el colchón de carne. Devora carne el frío y me obliga a contraer los dedos dos o tres veces.
Estiro la mano porque sé que desde ahí, sentado en la cama, con los pies hormigueantes, igual puedo alcanzar la puerta. Y de ahí al vaso de agua hay pocos pasos.
Serán tal vez más de las dos o quizás tres. Esas cosas no tienen mucha importancia si mañana voy a faltar otra vez sin aviso a la vida. Si está ahí la máquina que hace ese ruido voy a apagarla. Cuando el cosquilleo me abandone del todo voy a apagarla. Y a servirme un vaso con agua. Si está ahí la máquina.
Está la puerta, el picaporte está. Al alcance como debería haber sido. No hay otros ruidos porque el viento ya no lo intenta.
Esto es raro porque hace un rato yo me había levantado a servirme un vaso con agua y lo sorbí despacio. Un gosto a cluro me avisa desde el recuerdo que esto es cierto. También en los sueños. Buscó el baso sobre la mesa de mí izquierda y chocó con los cigarillos y 2 ó 3 colillas (suena como deben sonar). Recuerdo que una vez quise robarme una fuente de una plaza y la quería poner en el medio del patio de mi cuarto. Tampoco está el encendedor que debía haber dejado cerca del vazo. No recuerdo el ruido de nada al caer. Creo que mi cuarto está vacío. No he traído encendedor ni aquello.
Gatillo el picaporte de mi cuarto y me golpea el ruido, me aturde el viento de la noche que quería entrar por mí ventana.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Para la persona que dijo que los cuentos son demasiado cultos,no creo que sea así, simplemente se debe ser un lector atento y compenetrado con la lectura, Neruda es difícil!Y de que preciosa manera.En cuanto a este cuento, hay algo que no me termina de convencer.Pienso que no está totalmente logrado el clima que creo el autor le quiso dar.Sin otro comentario saluda irracionalmente, Leti.

Yana dijo...

Muy interesante la historia, me gusta porque da para pensar y echar a volar la imaginación. Un abrazo.

annabel dijo...

hola, llegué hasta aquí de casualidad porque te vi en otro blog, de todas maneras sabía de tí porque tenemos un amigo en común (el rafa), me gustó mucho lo que leí, realmente logras desautomatizar al lector y eso es muy interesante... desde ya estás invitado a pasar por mi blog, un saludo

Juank dijo...

Leticia: no sé si viste la respuesta que yo te había dado a este comentario pero la borré porque la consideré, luego, un poco dura. De todas formas yo creo que es importante ejercitar la crítica y el comentario (que son dos cosas distintas) pero también la argumentación a favor del texto que pueda hacer el creador es importante. En este sentido creo que hemos evolucionado, antes la crítica era La Palabra, y ahora está bueno esto porque uno puede defenderse. Todo crítico sabe que puede equivocarse e incluso desdecirse.
Yo creo que mis cuentos para nada, muy lejos, lejísimos están de ser demasiado cultos, ni siquiera llegar a ser cultos. Hay juegos que mi divierten como en “Complicidad lunar” pero no es cultismo todo eso. En eso estamos de acuerdo, en lo que no estoy de acuerdo es en que Neruda sea difícil, creo que no, habría que compararlo a verdaderos herméticos de la poesía para aclarar esto. Pero en fin.
Por último, tenés razón en que hay algo que no termina de convencer y es que justamente nada tiende a convencer. Creo que esto no es ni siquiera un cuento, no es un relato, no es nada. Es una apertura hacia algo más, un intento de desautomatización, en definitiva, un ejercicio. Estoy muy en desacuerdo con respecto a publicar los ejercicios pero aquí me contradije. Por eso, en mi comentario anterior, te dije que te lo daba para que lo acabaras. Simplemente porque puede seguirse o transformarse en otra cosa ya que, todavía, no es nada.
Creo que mi error fue ese, haber publicado algo que no llega a relato, que se queda en ejercicio.
Mis saludos.

Juank dijo...

Mariana: muchas gracias. Es la intención. Incluso (no en el blog sino en forma oral) alguien me replicó la ortografía y justamente está al servicio de lo extraño del texto (no podría llamarlo cuento ni relato). Es un intento de motivar la imaginación.
Espero seguir viéndote por acá.
Un abrazo

Juank dijo...

Annabel: es un honor tenerte por acá. De verdad agradezco el tiempo que te has tomado y tu comentario.
Ya Rafael me ha hablado muy bien de ti pero lo que he leido ha sido la confirmación.
Ya te dejé un extenso comentario en tu blog, espero que sigas pasando por este, eres bienvenida.
Juank