lunes, 22 de junio de 2009

Ricardo Prieto

Ricardo Prieto, Montevideo, 8 de febrero de 1943 – Montevideo, 31 de octubre de 2008.

Vivía solo. Padecía de una enfermedad terminal. Falleció el viernes aunque fue hallado el martes 4 de noviembre, en su apartamento del Centro, a los 65 años de edad.

¿No son cortos los días de la vida?

Deme, pues, treguas; aparte de mí su mano

y déjeme ver un poco de alegría

antes que me vaya, para no volver,

a la región de las tinieblas y sombra de muerte

tierra de espantosa confusión, donde

la claridad misma es noche escura.

Job, X, 20-30

Conocí, tuve la suerte de conocer, a Ricardo Prieto una noche de setiembre del año 2007. Habíamos ido a tomar algo con Lauro Marauda, después de un taller literario, a un café muy cercano a la plaza Independencia. Un señor de cabeza blanca, de estatura media, gabardina y periódico debajo del brazo se instaló en el mostrador, de espaldas a nosotros y pidió un café. Lauro lo saludó, él se acercó hasta nosotros, café en mano, y se puso a charlar en un tono tranquilo, como midiendo siempre cada palabra. Recuerdo que Lauro le preguntó en qué andaba y eso dejó suponer que este hacía referencia al plano laboral, es decir a su creación literaria. Habló, más bien conversó, amablemente con nosotros al punto de olvidar su café que en un momento había dejado sobre otra mesa y, antes de saludarnos y retirarse, tuvo que pedir otro.

Es paradigmático, como pocos, el caso de Prieto y no diré nada nuevo. Incursionó con felicidad en la poesía, el teatro y la narrativa. No creo que exista literato o intelectual uruguayo que no sepa de él y de no ser así sería esa una falta grave.

Fue quizás su carrera como dramaturgo, según él su preferida, la que lo llevó con más asiduidad fuera de los límites nacionales. Los disfraces apareció en Maldoror Nº 4 y luego siguió Les travestis, con prólogo de Paul Fleury, en la misma Maldoror Nº 6.

Fue uno de los destacados disertantes en el I Coloquio Nacional de Teatro que organiza anualmente la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.

De las pocas reseñas que he leído en la capital tras su muerte concluyo que cada articulista se ha dedicado a comentar, de los trabajos de Prieto, los que pertenecen a ese género que siente como más cercano. Por lo tanto yo me detendré en su narrativa.

De sus trabajos como narrador destacaré un libro que no tiene, en su conjunto y tras mi humilde opinión, similar en la literatura uruguaya; quizás los relatos de Sylvia Lago en “El corazón de la noche” o, alejándonos un poco, algunos de Mario Arregui son los que más se acercan en cuanto a sus temáticas. Hablo de “Donde la claridad misma es noche oscura” (Banda Oriental, 1998) que obtuvo mención en el Premio Nacional de Narrativa, “Narradores de Banda Oriental”, 1992.

El epígrafe del comienzo es el de este libro y según lo observado esa región de las tinieblas y sombra de muerte es la misma que, en muchas ocasiones, habitan los personajes de sus cuentos y de sus dramas.

Mercedes Ramírez apunta, en el prólogo a este libro: “Sólo el escritor que ha descendido a los cráteres apagados del dolor es capaz de saber que a veces, el sumo mal no es más que un atajo desesperado para tratar de apresar el bien. ¿Qué cosa, si no, puede explicar que Ricardo Prieto haya podido escribir en un estado de belleza perfecta una historia que congrega las más imperdonables transgresiones?”

Historias sin finales felices, sin el aliciente tonto de la solución fácil, sin el recato ominoso del narrador que prefiere, por ejemplo, no decir que dos hermanos, abandonados a su suerte en un casa inmensa y solitaria estuvieran a merced de sus propias pasiones y miedos: “como si descendiera hacia ellos desde el cielo, o subiera desde la tierra, una necesidad extraña los impulsaba a acercar sus rostros y besarse mutuamente los cuellos o los labios”.

Sin complacencias, sin miramientos a la hora de enfrentar miedos, tabúes o esa cosa inenarrable que es el teatro de la vida.

Ojalá, Prieto, haya vivido esa alegría de la vida que todos pretendemos antes de partir.

Algunas Publicaciones:

Poesía: “Figuraciones”, Destabanda, 1986. “Juegos para no morir”, Destabanda, 1989.

Narrativa: “El odioso animal de la dicha”, Banda Oriental, 1982. “Desmesura de los zoológicos”, Proyección, 1987. “La puerta que nadie abre”, Proyección, 1987. “Magnitudes”, en Antología “Extraños y Extranjeros”, Arca, 1991. "Donde la claridad misma es noche oscura", Banda Oriental, 1998.

Teatro: Teatro, Tomo I, Proyección, 1988. “El mago en el perfecto camino”. En la “1ª Antología del teatro uruguayo moderno”, Proyección, 1988. “El desayuno durante la noche” (Premio Tirso de Molina, Fundación de Cultura Hispánica, Madrid), 1985. Teatro II, Proyección, 1993. “Garúa”. En “5 autores básicos”, Antología. Proyección, 1994. “La buena vida” y “Se alquila”, Arca, 1994.

1 comentario:

Peter_Pan dijo...

Gracias por tu comentario, la verdad esque da gusto leer un comentario asi! opino como tu, es un tema bastante inexplicable pero sin duda alguna, cosa de valientes!

saludos Juank