sábado, 14 de septiembre de 2013

Receta perfecta para recordarte




Allá donde el viento es blanco y el sol  se mira a través de las nubes de niebla.
Allá donde un recuerdo no encuentra sitio para estacionarse.
Más allá mucho más allá de los árboles y las miserias, de unos ojos verdes terribles como manzanas de Magritte, como las manos de un ahogado, como la furia del cemento a las cuatro de la tarde en pleno enero.
Allá donde no existe el cuerpo, las caricias en punto a una hora blanda, ni las miradas cómplices.
Donde una boca se parece al recuerdo de un beso y las pestañas son trampolines del deseo.
Allá donde los pies hicieron agujeros siniestros en la almohada como pétalos de fuego. Donde la risa amaga ser una sentencia y el veredicto es costumbre. Donde tus dientes muerden el naufragio y la piel se escapa a gritos por la ventana. Donde las flores se suicidan de corbata.
Donde un suspiro aspira a ser ruido de mar entre las caracolas.
Allá donde la tarde es áspera y en la luna a veces nieva.
Ahí está tu olvido.

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